¿Conoces la sostenibilidad? La crisis climática y la degradación del entorno natural han encendido las alarmas en todo el planeta. Cada vez más voces reclaman un nuevo modelo socioeconómico que respete los límites biofísicos del planeta.
Aunque se necesitan políticas globales ambiciosas, la suma de pequeñas acciones individuales puede marcar una gran diferencia. ¡Sigue leyendo más sobre la Sostenibilidad! Veamos algunos consejos útiles para reducir nuestro impacto ambiental sin necesidad de grandes sacrificios.
Tabla de contenidos
¿Qué es la sostenibilidad?
La sostenibilidad es un concepto que nace ante la evidencia de que el actual modelo de desarrollo provoca un agotamiento de los recursos naturales. Como consecuencia se está comprometiendo el bienestar de las generaciones futuras, el resto de las especies y todos los diferentes ecosistemas en el planeta. Sus tres pilares fundamentales son:
- Sostenibilidad medioambiental: respetar la capacidad de carga de los ecosistemas sin causar alteraciones irreversibles en los ciclos naturales, la biodiversidad, el clima global, etc.
- Sostenibilidad económica: implica buscar un crecimiento eficiente y duradero en el tiempo, que genere riqueza compartida sin provocar desequilibrios.
- Sostenibilidad social: garantizar por ley los derechos humanos y libertades fundamentales.
En las últimas décadas el desarrollo tecnológico y los avances científicos nos han hecho creer que poseemos recursos ilimitados. Pero crisis como el cambio climático evidencian que debemos transformar nuestros sistemas productivos y de consumo para adecuarlos a los medios finitos que ofrece el planeta.
Y esta adaptación debe producirse cuanto antes si queremos garantizar un futuro armónico y próspero para las próximas generaciones. ¿A qué esperamos para dar el primer paso?
Acciones para ser más sostenibles
Más allá de las imprescindibles políticas globales, el camino hacia la Sostenibilidad es más sencillo de lo que se piensa. El camino de la sostenibilidad pasa por la contribución de todos y cada uno de nosotros a través de pequeños gestos cotidianos. Veamos algunas áreas donde podemos marcar la diferencia:
Reducir el consumo de plástico
Actualmente, el plástico se ha convertido en material omnipresente de nuestra sociedad por su bajo coste y versatilidad. Pero la mayoría de envases y enseres de este material no son biodegradables, y están generando una contaminación sin precedentes en ecosistemas terrestres y marinos. Además, emiten gases de efecto invernadero tanto en su producción como en su eliminación.
- Debemos evitar en lo posible comprar objetos de plástico de un solo uso como botellines de agua, cubiertos desechables, bolsas de supermercado, etc.
- Existen alternativas reutilizables para todo. Por ejemplo, sustituir la botella de agua diaria por una cantimplora metálica o una botella de cristal con tapón de silicona que podamos rellenar muchas veces.
- Podemos reemplazar muchos recipientes de nuestras despensas por opciones más ecológicas como envases biodegradables elaboradas con materiales alternativos. Estos pueden ser el vidrio, la cerámica, el corcho, el bambú, caña de azúcar, madera o las hojas de palma.
Y por supuesto, hay que responsabilizarse de separar los residuos plásticos por tipo y depositarlos en su contenedor de reciclaje específico. Así se facilita su conversión en nuevas materias primas y se evita que acaben contaminando el entorno.
Reducir el consumo de energía
La quema de combustibles fósiles para obtener electricidad, calefacción o movilidad es la principal causa del efecto invernadero. Todos podemos contribuir a mitigarla con sencillas medidas de eficiencia como:
- Sustituir ventanas antiguas por otras de doble o triple cristal que mejoren el aislamiento térmico.
- Instalar burletes aislantes en puertas y ventanas para evitar filtraciones.
- Adquirir electrodomésticos con alta eficiencia energética A+++ siempre que sea posible.
- Dar de baja permanente el modo stand by de televisiones, ordenadores y el resto de equipos conectados mediante regletas con interruptor para apagarlos por completo.
- Instalar bombillas y luminarias de tecnología LED de bajo consumo en toda la vivienda.
- Regular la calefacción a 19-20 °C en invierno y el aire acondicionado a 24-25 °C en verano. Esto permite ahorrar hasta un 8% de energía por cada grado.
- Secar la ropa tendiéndola al sol y al aire libre en lugar de usar secadora.
- Apagar las luces de habitaciones desocupadas en las que no nos encontremos.
Y en caso de poder hacer el desembolso inicial, resulta muy interesante instalar paneles solares térmicos para agua caliente y paneles fotovoltaicos para autogeneración de electricidad. Su amortización energética y económica se consigue en un plazo razonable de 5-8 años gracias a las ayudas públicas, tras el cual se obtienen importantes ahorros.
Ahorrar agua
Aunque el 70% de la superficie terrestre está cubierta por agua, el 97% es salada y tiene su ciclo cerrado de evaporación y precipitación. Solo podemos usar el 3% de agua dulce. Y dos tercios de esta escasa fracción están congelados de forma inaccesible en los polos y glaciares.
El crecimiento demográfico y de actividad económica está tensionando los recursos hídricos en muchas regiones del planeta. Racionalizar su uso doméstico e industrial es primordial. Algunas recomendaciones específicas:
- Instalar en grifos y duchas perlizadores o difusores para reducir el caudal disminuyendo apenas la presión.
- Cambiar los mecanismos de descarga de cisternas de inodoro instalando modelos de doble pulsador para ajustar el gasto a necesidades de líquido.
- Controlar que no existan fugas ocultas revisando periódicamente el contador cuando no haya consumos en marcha. Cada pequeño escape desperdicia miles de litros al año.
- Aprovechar el agua de lavar frutas, verduras y otros alimentos para regar plantas del hogar o huerto.
- Instalar un sistema para recoger aguas pluviales en depósitos o aljibes, útil tanto en exteriores como para limpieza doméstica.
También, sustituir el baño diario por una ducha de tiempo limitado cerrando bien el grifo mientras nos enjabonamos. Por último, utilizar lavavajillas y lavadoras solo con carga completa para rentabilizar cada uso.
Reciclar
La sociedad de consumo genera enormes cantidades de productos convertidos rápidamente en residuos desechados de forma irresponsable. Es crucial mitigar este derroche separando meticulosamente todas las fracciones para su correcto reciclaje:
- Envases: en función de su material, se depositan en el contenedor amarillo (plástico, latas, briks). Azul (papel y cartón) para su conversión en nuevas materias primas.
- Vidrio: transmitiendo la energía empleada en su fabricación inicial, se funde para crear productos similares sin pérdida sustancial de propiedades.
- Aceites vegetales usados: su recogida evita la contaminación de aguas por desagües. Se emplean para elaborar jabones, pinturas o biodiésel.
- Medicamentos: los no utilizados o caducados se entregan en farmacias para incineración que impide su toxicidad ambiental.
- Pilas: contienen metales pesados muy contaminantes que se pueden recuperar en fundiciones especiales.
- RAEE: todos los aparatos eléctricos y electrónicos debe trasladarse a un punto limpio para extraer y valorizar materias como aluminio, cobre o hierro.
- Voluminosos: el punto limpio también gestiona recogida de muebles, colchones y otros enseres de gran tamaño.
- Podas y restos orgánicos: son la fracción compostable que al descomponerse genera abono natural rico en nutrientes para las plantas.
Y por supuesto, antes de comprar algo nuevo conviene plantearse si se le podrá dar la utilidad y vida esperada, y contemplar alternativas de segunda mano. Alargar los ciclos de uso de las cosas también es una forma eficaz de reducir nuestra huella ambiental.
Priorizar el consumo de productos de proximidad
El actual sistema alimentario industrializado tiene un enorme impacto ecológico negativo. Causa deforestación, sobreexplotación pesquera, contaminación edáfica y de aguas subterráneas. Para mitigarlo en nuestro día a día, debemos:
- Decantarnos por alimentos locales y de temporada, preferiblemente cultivados en agricultura ecológica, minimizando el gasto en transporte y el uso de agroquímicos.
- Comprar en mercados tradicionales y cooperativas de productores agroecológicos de nuestra región, reduciendo intermediarios.
Planificar un menú semanal basado en productos frescos de proximidad y cocinar raciones ajustadas a las necesidades reales, evitando el sobrante que se acaba desechando.
Aumentar el consumo de vegetales
Reducir progresivamente el consumo de proteína animal en favor de opciones 100% vegetales como legumbres, tofu, seitán o tempeh. Su producción emite menos CO2 y demanda un uso muy inferior de suelo, agua y recursos.
Incluso quienes no quieran o no puedan renunciar completamente a la carne tienen muchas opciones. Algo tan simple como sustituir un par de días a la semana la ración cárnica por una alternativa vegetal ya marca una gran diferencia positiva. Todo dependerá de nuestro enfoque y mentalidad.
Usar el transporte público en lugar del coche
Casi una cuarta parte del total mundial de gases invernadero proviene del transporte. En su mayoría por camiones, aeronaves y barcos, según datos de Naciones Unidas. Son varias las alternativas sostenibles que podemos adoptar según distancias:
- Para trayectos cortos en ciudad, moverse andando o en bicicleta. Ambas opciones aportan beneficios extra para nuestra salud física y mental.
- Utilizar más a menudo el transporte público en sustitución del vehículo privado contribuye a descongestionar vías urbanas. También, a reducir la contaminación atmosférica local y las emisiones globales de CO2.
- Si el desplazamiento implica viajar con maletas o bultos pesados, el tren es preferible al avión por su menor huella ecológica.
- Quien siga necesitando un coche para ciertos trayectos, debe optimizar su uso compartiéndolo con el mayor número posible de ocupantes.
Y por supuesto, sustituir un antiguo diésel o gasolina por un ecocoche eléctrico o híbrido enchufable. Estos tienen el potencial de reducir drásticamente el impacto ambiental de nuestra movilidad.
Educa en sostenibilidad
Cada vez más gente es consciente de que urge reorientar globalmente los modelos socioeconómicos para garantizar un futuro habitable a las próximas generaciones de Sostenibilidad. Pero aún cuesta pasar de la teoría a los hechos y cambiar hábitos fuertemente interiorizados.
- Aquí es donde nuestro testimonio activo puede motivar a muchos de nuestro círculo próximo a reflexionar y reconsiderar sus pautas de consumo en el planeta.
- Debemos dialogar abiertamente sobre estas cuestiones y difundir datos objetivos, sin aspavientos apocalípticos que puedan suscitar rechazo entre los más escépticos.
- La clave es hacer ver que la sostenibilidad no implica forzosamente perder calidad de vida, sino todo lo contrario.
Con paciencia y dando ejemplo podremos expandir la conciencia ecológica que tanto necesitamos para reconectar nuestra economía con los cycles vitales de la Tierra. Cuanto mayor sea el número de gente de nuestro entorno que observemos implicada en este cambio de rumbo, más fácil será para todos dar el paso. ¡Ahora es cuando entre todos podemos lograrlo!